Este domingo cuatro de Diciembre se celebró el tradicional campeonato de caza menor con perro de la Sociedad de cazadores de “Santa Eulalia” con ocasión de las fiestas patronales, donde convocados los cazadores participantes en el Llano de Las Cabras, se desarrolló la prueba.
Día de diciembre muy totanero, gélido y húmedo al alba, seco y tibio a media mañana. Los participantes se empezaron a concentrar una hora antes del inicio de la prueba, donde en franca camaradería se compartieron chocolate, buñuelos, café y churros. Se adivinan miradas nerviosas entre los más jóvenes que pacientes escuchan los consejos (sabios y probados) de los más veteranos. En algún caso hasta tres generaciones de cazadores compiten en la prueba, desde el novel nieto impaciente hasta el templado abuelo, que observa con más que justificado orgullo como su sangre perpetúa esta noble afición y de seguro se dice a sí mismo - qué demonios, algo habré hecho bien- pues a su vez en su día fue nieto, y nervioso escuchó los consejos que otrora le transmitía su abuelo.
Así pues, puntuales a las nueve, los treinta y dos participantes de la prueba acompañados de sus perros y dorsal a la espalda comenzaron la competición. Estrategias secretas, muchas. Nervios de última hora, más de los confesados. Pero la caza es caza, y pasados los primeros cinco minutos de ruido y puestas en escena las estrategias, se ven solos los cazadores con su perro, desde nietos hasta abuelos, y es ahí donde se tejen con hilos invisibles la conexión cazador-perro-naturaleza. Y es ahí donde hay paz. Y es ahí donde el nieto entiende verdaderamente las palabras de su abuelo, y se las tatúa en el cerebro con tinta indeleble sabedor que a su vez él será abuelo mañana, y es ahí donde el abuelo, lejos de las miradas observa a lo lejos a su nieto y se sonríe a sí mismo y se repite – qué demonios, algo habré hecho bien -.
Así pues, transcurridas las horas poco a poco vuelven los cazadores a ser escrutados por el jurado. Con menos brío que a primera hora (y mucho más sudor), se comentan las anécdotas de la jornada entre chanzas. Justo es reconocer el pódium de la clasificación general: D. Andrés Álvarez de Miguel ganador de la edición flanqueado en segundo lugar por D. Pedro Arias Martínez y con un más que meritorio bronce D. Florentino Fernández Hernández. En el apartado de veteranos, D. Faustino Martínez Martínez se hizo con el deseado galardón.
Tras la entrega de trofeos, todos los presentes, más familiares y amigos, se desplazaron a un conocido restaurante de nuestra Sierra donde degustaron unos embutidos y ensaladas y restablecieron fuerzas tras un arroz (que de lo bueno que estaba la santa madre iglesia debería declararlo pecado).
Y así terminó la celebración y la jornada. Porque pese a ser campeonato y competición, es más la celebración conjunta. Y pese a que a todos les gusta y ansían ganar, a nadie le molesta perder.